Cada vez son más los pacientes tratados con fármacos antiagregantes y
anticoagulantes y, por tanto, cada vez es más habitual encontrarnos estos
tratamientos en nuestra práctica diaria. Un manejo adecuado de los mismos va a
permitir minimizar el riesgo hemorrágico, así como el riesgo trombótico,
mejorando de este modo los resultados del paciente. Por todo esto, este
protocolo adquiere especial importancia en el escenario PBM.